Proceso de Autoevaluación Institucional

Noviembre 2018


        

I.- Introducción

 

Desarrollar un buen proceso de autoevaluación no es fácil. Exige tiempo, dedicación, conocimiento del proceso y de la universidad, capacidad de convocatoria,metodología participativa , diseño de espacios de participación, mecanismos para sistematizar la información recogida y transformarla en juicios evaluativos. Obliga a mirar el propio quehacer y el de la institución de manera crítica, abrirse a escuchar, invita a cuestionar y cuestionarse. 

 

Al finalizar, hay que recoger todo ese proceso en un informe que refleje el sentir de la universidad - no necesariamente de todos y cada uno, pero tampoco el de un grupo reducido de redactores.

 

El proceso de autoevaluación tiene distintas etapas : 

La cultura de la evaluación,  se centra esencialmente en la Acreditación, es decir, en los procesos conducentes a dar garantía pública de la calidad de una   institución o sus programas.

 

La autoevaluación - manteniendo su rol como un insumo básico para los procesos de acreditación - se convierte en un pilar de la  gestión, y genera los    antecedentes necesarios para promover una mejora continua de las funciones y servicios de la universidad.

 

La acreditación deja de ser un fin en sí, y se identifica claramente como un instrumento que permite avanzar, diariamente, en la construcción permanente y  sustentable de la calidad de la formación. Ese es el verdadero sentido de los procesos de autoevaluación : hacer de la acreditación un sello, que da cuenta de que la universidad cumple con las promesas que hace a la sociedad y a sus estudiantes. La universidad debe identificar con claridad sus fortalezas y debilidades y las áreas donde es preciso hacer ajustes y mejoras, y para actuar en consecuencia. Es en esa capacidad de autorregulación institucional, construida paso a paso en procesos rigurosos de autoevaluación, y animada por el encuentro con el alma institucional, donde verdaderamente es posible asegurar la calidad.